lunes, 11 de julio de 2011

Introducción.

Un extraño ruido le incomodaba en los oídos, algo grueso, desagradable. Tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de que era su respiración; tenía la garganta demasiado reseca. ¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar…? Con esfuerzo, abrió los ojos; La noche era una escena hermosa, claro, si se le contemplaba desde otro punto de vista. Ella estaba entre cadáveres recientes, tirada en el pasto verde. La luna iluminaba todo el prado, pero en lo único que podía pensar, era en que estaba demasiado vulnerable para cualquiera que pasara por allí. Alargó la mano con esfuerzo hasta su pecho. Al menos, el collar seguía allí… pero, ¿entonces qué habían cogido?

Exeptuando los brazos y piernas, sentía como si cada hueso de su cuerpo hubiese sido triturado, pero de ser así, no podría pensar en ello, ¿No…? Sin embargo, el no poder incorporarse le daba cierto crédito a su teoría. Trató de recordar la escena más nítida. Algo había salido mal en el proceso de su viaje. Gazeru estaba muerta, probablemente. No podía sentir su chakra. De sólo pensarlo, se le revolvía algo por dentro. La pequeña rubia seguro la había defendido hasta el final… De pronto, ante sus ojos, habían estado diez. En otro estado, seguro hubiese salido victoriosa (o al menos huido en mejores condiciones), pero acababa de luchar. Ahora que lo pensaba, quizá ambas peleas estuvieran relacionadas.
Tuvo que dejar de pensar en todo ello cuando sintió presencias acercándose. Escondió el collar bajo su ropa, cerrando los ojos de nuevo para fingir que estaba muerta.
Tomando en cuenta como lucía, no era nada demasiado difícil.

Oyó como bajaban de los árboles, cerca de ella.
―Vaya, acá se han cargado a varios ―exclamó una voz masculina, como con burla.
―Que carnicería… ―esta vez era de una mujer, aguda, irritante. Le dio asco.
―Eh, miren… ¿es una chica?

Ahora sentía miradas sobre sí. Genial.

―¡Sasuke, ven a verla!
Karin se agachó a mirarla, examinándola ante una orden visual del líder. Tenía cortes por todos lados, varias costillas fracturadas y sangraba, pero no lo suficiente para terminar de morir. No podía distinguir muy bien su cara, llena de hematomas; su cabello estaba empelotado por una sangre que no parecía suya.
Ahora todos sabían que su corazón latía; quizás terminarían el trabajo. Pero por sus murmullos constantes, daban otra impresión.
―Sasuke-kun… sus niveles de chakra-la joven se retorcía las manos, luego se las llevó a los lentes. Parecía entre sorprendida y nerviosa -, no son normales.
―¿Huh?
Más murmullos que no podía oír muy bien.
Pero de pronto, alguien con brazos gruesos la sujetó con toda la delicadeza de la que parecía capaz; prefirió no abrir ni los ojos ni la boca, así que la tomaron por inconsciente.
Había una conversación que no podía entender demasiado bien.
―¿Tú crees que ella nos ayudará? ―preguntó la misma voz de mujer. Karin no parecía muy contenta con la idea de llevársela con ellos.
Alguien se rió a carcajadas muy estruendosas. Le gustó ese sonido.
―¿Y tú crees que Sasuke le va a dar opción, cabeza de zanahoria?

Comenzaron a discutir. La brisa fresca en su rostro hubiese resultado agradable de no ser porque realzaba sus cortes.
Un breve sonido logró captar su atención; algo que no habían hecho ni los murmullos, ni los últimos gritos de Gazeru, ni el gemido del último hombre que había asesinado. Algo que le revolvió los intestinos.
Era… una voz masculina. Suave, firme, estricta, carente de emoción.
-Silencio.

Fue lo último que oyó antes de desvanecerse otra vez.